Nos encontramos en los albores de una transformación del sistema de cooperación internacional que esperamos sea radical. Solo podremos tener éxito en esta empresa desde cuatro claves: el consenso y la participación de actores políticos y sociales, la ambición y la mirada de largo plazo, la búsqueda de la eficacia en alcanzar objetivos compartidos y la inversión estratégica en recursos y capacidades.
Para estar a la altura del momento, desde la Coordinadora de Organizaciones para el Desarrollo hemos propuesto un sistema integral en forma de árbol, al que llamamos Las 7 C de la Cooperación. Esta debe ser, así, coherente y promotora de coherencia, catalizadora en la igualdad de los derechos de las mujeres y niñas, cuidadora y restauradora del planeta, comprometida con las emergencias humanitarias y la paz, compartida con la cooperación de autonomías, provincias y localidades, conectada con la ciudadanía como principal motor de cambio y cognitiva en su capacidad de aprender de sí misma y de otras.
En mi reciente comparecencia en el Congreso de los Diputados planteé la necesidad de repensar la Cooperación Internacional como una de las claves de futuro en nuestro país. ¿Es este el mejor momento? Una diputada hacía alusión a cómo la realidad de la pandemia pudiera o no ser un acicate. Me parece inspirador el ejercicio que hicieron los líderes mundiales en Bretton Woods, antes de que acabara la Segunda Guerra Mundial, al rediseñar el sistema institucional de relaciones internacionales que ha estado vigente desde entonces.