Un informe de Ramón Arozarena.
No es fácil predecir la evolución del turismo después de la pandemia y cómo la obligada reclusión de los ciudadanos en sus países influirá en el turismo hacia África. Lo que sí puede afirmarse es que el turismo no es un factor determinante para la reducción de la pobreza en África.
Ya es un tópico afirmar que África no es un continente pobre sino empobrecido. La paradoja de un continente rico y con grandes potencialidades pero habitado por un elevado número de personas pobres (la “maldición de la riqueza” como algunos han definido esta realidad) no parece superable con la aplicación de las reglas del juego impuestas por la organización neoliberal de la economía global.