Llegamos un año más a esta cita en el calendario, el Black Friday, que parece haberse fijado ya como una “nueva tradición” en nuestras vidas. Es la última moda. El último viernes de noviembre, anticípate a la Navidad y empieza a comprar regalos. O date un capricho. Benefíciate de insuperables descuentos y ahorra. “No seas tonto”… ¡Consume!
De repente, nos rodean campañas publicitarias que bajo el lema Black Friday nos llevan a comprar productos innecesarios y rápidamente sustituibles por otros, igualmente innecesarios y poco perdurables, con el fin de mantener u obtener satisfacción personal o incluso felicidad. Y ésta, es la definición de consumismo.
¿Felicidad? ¿Libertad? Un verdadero acto de libertad con muchas garantías de felicidad pasaría por cuestionarse estos hábitos de consumo. Antes de comprar algo nuevo, piensa: ¿realmente lo necesito? ¿Y si en vez de adquirir algo nuevo utilizo algo que ya tengo? ¿Y si intercambio con alguien algo que aparentemente no me sirve y así le doy un nuevo uso? ¿Por qué no potenciamos estas alternativas? ¿Simplemente porque no salen en televisión?
De análisis como éste trata el Día Sin Compras, jornada que coincide en el calendario con el Black Friday y que propone no comprar nada durante el citado viernes para así plantarse ante el consumo desmesurado que se da, principalmente, en las sociedades occidentales.
¿Cambiaremos así algo? Quienes año tras año nos sumamos a esta cita somos conscientes de que con un solo día no se van a corregir las desigualdades del mundo, que para eso hacen falta muchas más acciones y que implican a otras partes, más allá de la ciudadanía.
Es, sin embargo, el Día Sin Compras, una fecha cargada de simbolismo contra un consumo desmesurado e innecesario que rechazamos. Apostamos por un consumo consciente, según necesidades reales.
Porque, mira por dónde, ésta sí que es una ganga: pensar. Es gratis.
María Esteban López
Vocal de Incidencia Social y Comunicación de la Coordinadora de ONGD de Navarra/ Voluntaria de OCSI
